El Palacio López de Sagredo fue construido por Hernán Niño, regidor del Cabildo de Toledo y guarda del rey Juan II de Castilla. Siendo de gran interés desde la perspectiva histórica, arquitectónica y artística. 

Su hija, Maria Niño de Ribera, funda el mayorazgo de Noez, para su hijo Pedro Niño de Ribera. Casada con Lope de Conchillos, miembro del consejo de Castilla y regidor de Toledo, admirado por el Rey Fernando y Carlos I y defenestrado por Felipe el Hermoso y el Cardenal Cisneros. 

Según documentación facilitada y las fichas existentes de Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico, y su recogida de datos con fecha 1979, se trata de un edificio renacentista del s. XVI y diversos graneros, cuadras, etc. 

Entre la historia del Palacio destaca la visita de la Emperatriz Eugenia de Montijo, reina consorte de Francia entre 1853 y 1871. De dicha visita, como era costumbre, quedó testimonio en las cadenas de la Flor de Lis que aún se conservan en buen estado, 

En aquella época era dueño del Palacio Don José Osorio, Duque de Sesto, Duque de Alberque y Marques de Alcañices. Según narra el libro Eugenia de Montijo y Napoleón III, escrito en 1981 por el historiador David Duff, Don José Osorio mantuvo una relación amorosa con la futura Emperatriz. Cabe resaltar que el Duque de Sesto tuvo un papel muy relevante en la Restauración de Alfonso XII, vendió el Palacio a la familia López de Sagredo para emplear el dinero en la Restauración Borbónica. Aún se conservan las escrituras de aquella época, en las que se da testimonio del notariado de aquellos años.

Existen documentos que indican que el Palacio fue reparado en 1875 cuando fue adquirido por la familia López de Sagredo. Asimismo, en 1928 se realiza una segunda reforma en la que se incorpora la obra de los Maestros de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, con especial influencia del célebre ceramista Juan Ruiz de Luna, hijo adoptivo y oriundo del pueblo de Noez y máximo exponente de la Escuela Cerámica de Talavera. 

Ruiz de Luna invita a trabajar en la reforma del Palacio a sus compañeros de la escuela de artes y oficios de Toledo, así tenemos obras del ceramista Sebastián Aguado, reflejado en varias chimeneas y poyetes de ventanas, vidrieras de Mondragó, trabajos de herrería de Julio Pascual, o la ornamentación de yeso de carácter geométrico como imponía la moda del Art Nouveau.